El caballo es un animal que nos inspira por su belleza, fuerza, potencia y vitalidad: es el símbolo por excelencia de la libertad en acción. Como ha tenido que aprender a conocer muy bien su entorno para sobrevivir, es sumamente intuitivo y sensible. Por eso, reaccionará de manera natural e instintiva a nuestro comportamiento, regalándonos una respuesta fiel de nuestra conducta: en este feedback, correctamente interpretado por el profesional, reside la mayor riqueza de los encuentros.
El vínculo que establecemos con los caballos son un espejo de nuestra realidad: en él se revelan nuestros talentos, limitaciones, miedos, estado de ánimos, energía y formas de vincularnos con el otro. Esto nos permite conocernos más y mejor, para poder, en compañía del coach, trabajar sobre aquellos aspectos necesarios para nuestro crecimiento.
Al igual que los humanos, el caballo es un animal social, vive en manada, con sus roles, jerarquías, normas y funciones determinadas. Su enorme capacidad de transformación y adaptación reside en su sentido innato del liderazgo (lidera o se deja liderar con plena confianza en el guía), el trabajo en equipo, el respeto por el lugar que ocupa cada uno, la solidaridad y la comunicación. Se puede establecer un claro paralelismo entre manada y grupos humanos (familia, trabajo, comunidad) entendiendo que cada miembro es único, distinto y necesario.
El sistema de comunicación de los caballos básicamente está formado por un lenguaje corporal silencioso, que incluye vocalizaciones de relinchos y susurros, además un lenguaje odorífero.
Beneficios de las intervenciones asistidas con caballos
- Crea y fortalece los vínculos afectivos con su sola presencia, el caballo nos permite tomar una actitud activa hacia él: en tratar de conocerlo, entenderlo, generando una experiencia emocional intensa, en donde podremos sentirnos aceptados, desde el mutuo respeto.
- Desarrolla la intuición al comunicarnos con ellos desde un lenguaje corporal y gestual, tenemos la oportunidad de estar con un verdadero amigo, que no nos juzgará y nos facilitará comprender su mundo y ampliar nuestra capacidad de “vernos” en nuestras propias reacciones o conductas.
- Permite un mayor autoconocimiento, ya que el caballo es un canal de comunicación con dos vías, hacia el otro y hacia uno mismo, nos abre la puerta a conectarnos con nuestras propias fuerzas y recursos naturales, desarrollando nuestra intuición, talento y creatividad.
- Amplía nuestra capacidad de aprendizaje y empatía hacia lo diferente, porque el caballo posee la extraordinaria capacidad de abrir nuestro corazón, amplía nuestra capacidad de conocer, aprender desde lo emocional. Recordamos más aquello que sentimos que lo que escuchamos o vemos.
- Mejora la comunicación, suma asertividad y claridad, nos permite comunicarnos con él mediante distintos canales: intuición, empatía, observación y paciencia. Estar y ser aquí y ahora. Esta experiencia con el caballo se transfiere a la vida cotidiana y las relaciones personales y laborales.
- Permite identificar y formar líderes, ya que existen muchos modos de trabajar el liderazgo. Uno de ellos es a través de la relación con el caballo, un preciso medidor de líderes, tanto en el ámbito profesional como personal, pues nos reconecta con nuestros instintos, fortaleza y capacidad de cambio.
- Mejora la autoestima, la autoconfianza y el manejo de las emociones. Los ejercicios con el caballo nos llevan a confrontar con nuestras creencias limitaciones, prejuicios y miedos. A partir de este descubrimiento, permite encontrar y generar nuevas alternativas, lo que posibilita la creación de ideas y nuevos proyectos personales.
- Mejora el lenguaje no verbal, porque el caballo, cuya comunicación es principalmente corporal y gestual, nos permite un encuentro paulatino que produce múltiples efectos y favorece el armado de un territorio que permita el despliegue de lo propio incluyendo al grupo.